lunes, 16 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD 2013 Y VENTUROSO AÑO 2014



FELICITACIÓN NAVIDAD 2013 Y AÑO NUEVO 2014

  La Junta Rectora de la Muy Antigua y Verdadera Cofradía de la Santa Vera Cruz de Candeleda les desea una Feliz Navidad, y que el año 2014 venga cargado de prosperidad y buenas acciones para todos.
  Desde estas líneas queremos mostrar nuestro agradecimiento a todos los cofrades, hermanas y hermanos, y a todas las personas que colaboran con esta Cofradía, en especial a las mujeres y hombres, que a lo largo del año 2013 han venido participando en todos y cada uno de los actos que la Cofradía viene organizando con motivo del desarrollo de sus tradicionales actividades.
  Con nuestra sincera amistad y reconocimiento,

  Nos podéis seguir en nuestra página web. Cofradesdecandeleda, y en las web´s colaboradoras:
 losdelaluna y Peña Cultural y Flamenca de Candeleda.
Ramón Lorente De la Luna-Vicesecretario de Comunicación

miércoles, 11 de diciembre de 2013

JORNADAS FLAMENCAS PUENTE CONSTITUCIÓN 2013



JORNADAS FLAMENCAS DE CANDELEDA “PUENTE DE LA CONSTITUCIÓN 2013”

  Un gran éxito. El Puente de la Constitución ha atraído a Candeleda un elevado número de visitantes que, junto a los candeledanos, pudieron disfrutar del fabuloso elenco de artistas con que se compuso el programa de las JORNADAS FLAMENCAS 2013.
  Citaré a los participantes, como obligado aspecto de este comentario:
-Julio Fajardo, estuvo realmente fabuloso.
-Alfredo Arrebola, impartió una sublime cátedra del flamenco.
-Esther Esteban y Pedro Córdoba, expusieron lo más profundo del baile.
  Junto a ellos, debo citar a los grandes maestros del arte de la guitarra:
-Joaquín Muñino y Ángel Alonso, que acompañaron a los cantaores.
-Emilio Florido, cantaor, y Andrés Martínez, guitarrista, que actuaron con la pareja de baile.

  Enhorabuena a todos por tan gran éxito. En especial al Ayuntamiento de Candeleda, patrocinador, y a Peña Cultural y Flamenca de Candeleda, organizador, de tan elevado evento.

Ramón Lorente De la Luna

lunes, 28 de enero de 2013

PREGONERO SEMANA SANTA 2013



MUY ANTIGUA Y VERDADERA COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ DE
CANDELEDA

PREGONERO 2013
D. MARIO PADRÓN VILLARREAL

  Nace en 1925 en Madrid. Y desde el fallecimiento de su padre quedó definitivamente vinculado a Candeleda. Aquí pasó íntegramente su niñez y parte de su adolescencia, y aquí aprendió a amar al que siempre ha considerado su pueblo, cómo un candeledano más.
  Después de sus estudios primarios y de la convivencia familiar con el que fue su segundo padre, Marcelino Peña, médico titular en Candeleda durante más de 40 años, fue cuando empezó su admiración por la medicina.
  Estudia el bachillerato en el colegio de San José de los P.P. Jesuitas de Valladolid y se licencia en la entonces reválida en la universidad vallisoletana.
  Comienza sus estudios superiores en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, donde se gradúa en 1950. Fue alumno interno de la cátedra de cirugía del Dr. Estella y realizó cursos de aparato digestivo en la cátedra del profesor Jiménez Díaz.
  Posteriormente fue nombrado profesor ayudante de clases prácticas de radiología y jefe de servicio de radiología de dicha cátedra en el Hospital Clínico de San Carlos.
  Fue nombrado por la dirección del hospital Jefe del Departamento Central de radiología nº 1 en el viejo Hospital de San Carlos hasta la inauguración del nuevo Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria de Madrid.
  Fue becado en el servicio de radiología del hospital de la Fundación Rothschild de París.
  Posteriormente es nombrado Jefe Asociado del Servicio de Radiodiagnóstico de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid hasta su jubilación.
  Miembro de la Sociedad Española de Radiología y Miembro de la Sociedad Europea de Tele-Termografía.
  Participante en numerosos congresos nacionales e internacionales con presentación de trabajos y comunicaciones.
  Radiólogo en diversos ambulatorios de la Seguridad Social. Radiólogo consultor de la C.T.N.E. Ejercicio de la profesión libre en mi propia consulta.
  Pregonero en las fiestas de Candeleda en honor de nuestra patrona la Santísima Virgen de Chilla del año 1991.
  Actualmente es el Hermano Mayor de la Muy Antigua y Verdadera Cofradía de la Santa Veracruz de Candeleda, a la cual pertenece desde su niñez.

REVISTA COFRADES DE CANDELEDA-2013



REVISTA COFRADES DE CANDELEDA 2013
Vicesecretaría de Comunicación (Ramón Lorente De la Luna)
 Por causas imputables a la difícil situación económica y social que atraviesa nuestra nación, la revista “Cofrades de Candeleda” correspondiente al año 2013 no se editará. Todos los artículos recibidos quedan archivados en espera de que puedan ser publicados en la revista correspondiente al año 2014.
  No obstante, y dada su especial relevancia para Cofrades y no Cofrades, publicamos los

MENSAJES DE LOS EXCMOS. Y RVDMOS. MONSEÑORES:
SANTIAGO GARCÍA ARACIL-ARZOBISPO DE MÉRIDA-BADAJOZ
JESÚS GARCÍA BURILLO–OBISPO DE ÁVILA

Mensaje del Sr. Arzobispo de Mérida-Badajoz

UN AÑO MUY ESPECIAL

  Al escribiros estas líneas, como todos los años, no puedo alejar mi pensamiento de los acontecimientos que vive la Iglesia universal y de los problemas que aquejan al mundo global en que nos encontramos.

  Respecto de lo que concierne a la iglesia universal es muy importante recordar que el Papa Benedicto XVI ha convocado el Año de la Fe. Nos explica su finalidad diciéndonos, primer, que es un tiempo muy oportuno para purificar y fortalecer la propia fe en Jesucristo nuestro Señor y en su obra de salvación. En segundo lugar que este es un tiempo en que debemos trabajar apostólicamente para que la fe en el salvador del mundo llegue a los que nos rodean y que todavía no le conocen, o que tienen de Él una idea equivocada.

  Estas dedicaciones, principales en el Año de la Fe, han de ser, también, preocupación y ocupación nuestra a lo largo de la vida entera. Es el Señor mismo quien nos lo ha mandado diciéndonos: “Id al mundo y predicad el Evangelio”·(Mt. 28, 19). Y no ha puesto límite de tiempo.

  Es lógico pensar que difícilmente puede cumplir este mandato quien no ha desarrollado su fe, quien tiene una fe débil, o quien la tiene mal orientada. Sabemos, además, que nosotros mismos necesitamos profundizar cada día en la fe cristiana para vivir más intensa y acertadamente nuestra existencia terrena. No podemos conformarnos con el nombre de cristianos. Debemos llegar a ser verdaderos testigos de Jesucristo. De lo contario no llegaremos a entender los mandamientos y la autoridad de Jesucristo cuando nos enseña el camino que él ha trazado para que le sigamos.

  El Evangelio es la manifestación de Dios en Jesucristo, su Hijo Unigénito hecho hombre para redimirnos del pecado y enseñarnos el camino de la vida que nos abre a la esperanza. Cuando recibimos el mandato de hacer discípulos de Jesucristo predicando el Evangelio no se nos pide simplemente una buena acción que nos ayude a crecer en santidad por la obediencia al Señor que nos lo manda. La predicación del Evangelio es una acción que va más allá de nosotros mismos porque repercute en nuestro prójimo abriendo sus horizontes de vida y de esperanza. Predicar el Evangelio es una auténtica obra de caridad, más todavía, es la mayor y mejor obra de caridad que podemos hacer a nuestros semejantes.

  La predicación del Evangelio ayuda a las personas a conocer a Dios, a tener experiencia del amor infinito que nos tiene, y a entendernos a nosotros mismos. Jesucristo, hombre verdadero además de Hijo de Dios, es nuestro modelo y la expresión más rica de nuestra identidad humana. Sólo conociendo a Dios y uniéndonos a Jesucristo podemos llegar a descubrir el sentido último de las cosas y de cuanto nos acontece. Para entender esto bastaría con leer el santo Evangelio. A ello os invito encarecidamente en este Año de la Fe.

  El hombre que vive sumergido en la cultura dominante, aunque en muchos casos parezca tener fuerza para encontrar la libertad y la felicidad al margen de Dios, le necesita más que nunca. Son abundantes y muy grandes los problemas que nos ha tocado vivir y grande la pluralidad de opiniones y de campañas de mentalización ideológica que nos asedian constantemente. Por ello resulta harto difícil que cada uno se sienta suficientemente libre y capaz para orientar su propia vida, la de su familia y la de quienes dependan de él en cada momento. Son muchos los que viven esclavos de los apetitos, de las cosas que hacen pensar engañosamente en la felicidad. Se suceden las experiencias deseadas que, sin embargo, no logran sacar al hombre del patio cerrado que es uno mismo.

  Es necesario que los cristianos tomemos conciencia que venimos de Dios y a Dios vamos; de que sólo en Dios podemos encontrar el sentido de la vida y de la muerte, de lo que nos ocurre y de lo que hacemos, del presente y del futuro. Sólo unidos a Él podemos hallar la paz interior en medio del dolor, del éxito y de la turbación. Sólo en Él seremos capaces de encontrar motivos de esperanza y la posibilidad de una vida eterna y feliz.

  Respecto de los problemas que aquejan al mundo, especialmente en estos años, los Obispos hemos hablado repetidas veces y no queda espacio en este artículo para abundar en ello, Baste decir que son tantos y tan variados los factores que motivan y entretienen la crisis actual que resulta imprescindible pensar, no solo en los errores humanos que los han causado sino también en la falta de criterios inspirados en las realidades trascendentes. El hombre de espaldas a Dios y abandonado a sí mismo se deshumaniza. Y esta deshumanización provoca muchísimos de los males, cuyas derivaciones nos aquejan.

  Los preparativos para la celebración de los actos principales de cada Cofradía y Hermandad han de llevar unidos los esfuerzos por purificar y afianzar nuestra fe, y por darla a conocer a quienes nos rodean.

Santiago García Aracil
Arzobispo de Mérida-Badajoz


Carta de Mons. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila, a la Muy Antigua y Venerada Cofradía de la Santa Vera Cruz de Candeleda (Ávila).

Para la Revista Cofrades de Candeleda 2013

Tiempo de especial renovación en la fe

  Queridos cofrades:

  Este año está especialmente marcado por la invitación del Santo Padre Benedicto XVI a vivir un tiempo de reflexión y redescubrimiento de la fe, a adquirir una exacta conciencia de la misma, para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para confesarla. Porque los creyentes tenemos necesidad de confirmar, comprender y profundizar de manera nueva los contenidos esenciales de la fe, de modo que podamos dar un testimonio coherente en nuestra historia presente (cf. Porta fidei, 4). Por eso, me ha parecido oportuno que compartamos y caminemos juntos hacia este objetivo, sólo así podremos redescubrir nuestra fe profesada, celebrada, vivida y rezada.

  «La fe es un don, porque es Dios quien toma la iniciativa y viene a nuestro encuentro; por eso la fe es una respuesta con la cual lo acogemos como fundamento estable de nuestra vida. Es un don que transforma la existencia, porque nos permite entrar en la misma visión de Jesús, el cual obra en nosotros y nos abre al amor a Dios y a los demás… La fe es un acto eminentemente personal, es una experiencia íntima. Yo “creo”, pero mi creer no es el resultado de una reflexión solitaria, sino el fruto de una relación con Jesús, en la que la fe me viene dada por Dios a través de la comunidad creyente que es la Iglesia» (Benedicto XVI, Audiencia general, 31 de octubre de 2012).

  La fe es un don de Dios y nace en el encuentro con Él, especialmente en la persona de Jesucristo. Pero también la fe es un acto personal y libre de la voluntad por la cual nos adherimos a una Persona, a Dios, fundamento y dador de la fe. De ahí que la fe no podemos considerarla como «un presupuesto obvio de la vida común» (Porta fidei, 2). La fe se nos ha dado en el bautismo, como una semilla que se planta en lo hondo de la tierra y que, por lo tanto, necesita ser cuidada, cultivada, para que crezca, se desarrolle y dé sus frutos. Este proceso es al que debemos volver en este tiempo, para hacernos conscientes del camino recorrido en la fe; para poder reanimarla, fortalecerla y continuar caminando con propuestas concretas que la hagan crecer cada vez más.

  En la introducción a vuestros Estatutos de la Cofradía afirmáis solemnemente: «Alabada sea para siempre y por todos los siglos la beatísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y la Inmaculada Concepción de la siempre Virgen María, Madre de Dios y Señora Nuestra concebida sin mancha de pecado desde el primer instante de su ser natural. Para perpetua memoria de la fe en la divina Redención del género humano operada por Jesucristo nuestro Salvador en el Sacrosanto madero de la Cruz…». En esta profesión de fe, nacida del Credo de la Iglesia, es en la que se asienta la fundación de vuestra Cofradía. Vuestra hermandad nace justamente desde la experiencia de la fe, no sólo como herencia de la fe de otros, sino como expresión y profesión pública, como «perpetua memoria de la fe en la divina Redención del género humano operada por Jesucristo» (Estatutos).

  Profesar la fe está estrechamente ligada, como esencia y medida de acción, con la “procesión”. Procesionar es la manifestación pública de lo que decimos creer, es la «trasposición externa de la vida interna de la cofradía» (Olegario González de Cardedal, Ser cofrade, en Revista Vida Nueva, 5-11 de marzo de 2012). Nunca la hermandad se puede arrogar la posesión exclusiva de la Cofradía, es como querer encerrar entre las manos la fe. En este sentido, la Cofradía es “mediación” de la fe y el procesionar es su “profesión” pública. La experiencia de fe que da origen, mueve y da sentido a la cofradía es un «legado que nace en el pueblo cristiano y pertenece a la Iglesia que lo ha gestado y sostenido» (Idem.).

  Dice también el Papa: «La renovación de la Iglesia pasa a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó» (Porta fidei, 6). Nunca olvidéis que vuestra cofradía es, justamente, el signo efectivo y palpable de este testimonio eclesial. No se es cofrade sólo el día de la procesión, se es cofrade siempre, como se es cristiano siempre y en todo lugar. Pertenecer a una cofradía significa y expresa el compromiso de vivir una vida religiosa y espiritual. «Pues se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa... dedicado enteramente a las obras buenas. De esto es de lo que has de hablar» (Tito 2, 11-12.14-15a).

  Junto a una vida honrada y religiosa, vuestro mejor testimonio, como cofrades es la “fraternidad”. No sólo somos y nos llamamos hijos de Dios (cf. 1 Jn 3, 1) y hermanos entre nosotros, sino que habéis asumido como propio el llamaros “hermanos”. Esta fraternidad, hermandad, nace y se fundamenta en el amor cristiano. Esta relación fraternal del cofrade es también una exigencia de vida, exigencia que reordena y trasciende las relaciones humanas, exigencia que porta en sí misma la semilla del Reino de la fraternidad universal inaugurado en Jesucristo. «La fe que actúa por el amor (Ga 5, 6) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre (cf. Rm 12, 2;Col 3, 9-10; Ef 4, 20-29; 2 Co 5, 17)» (Porta fidei, 6).

  Una de vuestras aportaciones a la renovación de la Iglesia es trasmitir a las nuevas generaciones la hermosura de la fraternidad y del objetivo de hermandad universal que el mismo Jesucristo inició con su misión redentora. Esta fraternidad, expresión de la fe, se sustenta y se alimenta especialmente en la celebración de los sacramentos. «La confesión de la fe encuentra su lugar propio en la celebración del culto. La gracia, fruto de los sacramentos, es la condición insustituible del obrar cristiano» (Juan Pablo II, Const. ap. Fidei Depositum, 3). Especialmente en el sacramento de la Reconciliación, donde el perdón de Dios nos ayuda a rehacer siempre la unidad con Él y con los hermanos; y en el sacramento de la Eucaristía, acción de gracias y vínculo de unión fraterna y eclesial, donde todos los hermanos, en una misma mesa y con Cristo a la cabeza, ofrecen al Padre la oblación pura y sencilla de la fraternidad. No descuidéis jamás vuestra vida sacramental, en ella crecemos en la fe y se sostiene la vida cristiana.

  Vuestra vida espiritual y vuestro compromiso nacen y crecen en la fe y desde la fe. «Las cofradías sois un bello legado de nuestra historia hispánica, como afirmación de los seglares en la Iglesia y como búsqueda de expresiones actualizadas para vuestra fe y para vuestra participación en la gestión eclesial. Preparaos para esa Iglesia nueva que surge: fraternal y participativa, libre y entregada a su misión, adoradora de Dios y servidora de los hombres. Iglesia de todos los que la formamos… Las cofradías, de hombres y mujeres, deberán ser los nuevos semilleros-seminarios, donde surjan vocaciones entregadas, gozosamente y a fondo perdido, a anunciar el santo nombre de Dios, a predicar el Evangelio de Cristo y a servir a sus hermanos» (Olegario de Cardedal, Ser cofrade).

  Por todo esto y con mi bendición quiero terminar esta carta dirigida a todos y a cada uno de vosotros, mis amados hermanos cofrades, con estas palabras exhortativas del Papa: «Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza (C.E. VAT. II. Const. Sacrosacntum Concilium. 10). Al mismo tiempo, esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble» (Porta fidei, 9).
X Jesús, Obispo de Ávila.