jueves, 12 de noviembre de 2020

CAPEAS DE CANDELEDA 1960

 

Retazos de la historia de Candeleda:

“La capea de 1960 en la Calzaílla” (revista Fiestas 2020)

Ramón Lorente de la Luna

 

  Toca aprisa la gaitilla por la mañana temprano,

se atragantan los churros, los cafés se van del vaso,

un petardazo retumba poniendo los nervios calmos,

la capea va a empezar, no se puede perder más rato:

por las calles, camino de la Plaza, llegan los candeledanos.

  Este año las vacas, cuentan los que saben tanto,

son muchas y a fuer de bravas un caballo han destripado,

del Pipi que las traía, por no querer entrar al establo,

y al llegar a la “Cañá” han roto el cercado,

y a pesar de los vaqueros, se han ido otra vez al campo.

  Comentan así las cosas, mientras los nervios se tensan,

unos buscan las ventanas, otros se agarran a una reja,

los más pintureros en medio la calle se sientan,

otros salen corriendo y al llegar a la Plaza,

de tanto miedo, se suben a lo más alto de lo que encuentran.

  Tumbados en una manta o de pié, con calma que maravilla,

quedan los más a la espera en una calle señera,

¡a ver si llegan las vacas, esas que dicen tan fieras!;

beben y al empinar la bota ven el rótulo que brilla,

todos se saben su nombre: Calle de la Calzaílla.

  Ha sonado el chupinazo, que tira el municipal,

pone emoción en los mozos y en las niñas temblor;

mirando a ver si aparecen las vacas por algún lugar,

saltan por la carretera, que miedo sienten los más,

otros ni lo sienten de calientes que están.

  Un chusco con un cencerro semeja el correr de un cabestro,

chillan las mozas corriendo, saltan las tapias los lerdos,

los balcones están llenos, las casas las puertas trancas,

pero el susto se pasa, ¡vamos a esperar las vacas!,

y al comprobar el fraude vuelven todos a sus puestos.

  Un majo se subió a un poste que no aguantó: ¡jodo!,

dijo un Badulaque, ¡qué batacazo se ha metido el bobo!,

otro con la guitarra una rondeña entonaba,

a cantar se pusieron unos, a bailar se ponen los más,

el resto seguía pensando que la espera se alargaba.

  Pero, ¡qué coño pasa que no llegan las vacas!?:

el Pipi es el culpable, por traer tan mal ganao;

en tiempos del hambre pan no tendríamos, pero vacas había,

eso decía Torbejones, hablando con el Rebollo,

¡y tú que lo digas!, terció serio Garralías!

  En calle Cervantes, con la de Cáceres esquina,

tocan los viejos rondeñas, ajenos a lo que pasa,

que cuando fueron mozos bien corrían la capea,

y las mujeres que llegan una jotilla se echan,

que para ver a las vacas hay tiempo en la larga espera.

  Saca "Julito" limonada, dulces la "Piñona" saca,

que en las Ferias y Fiestas de esta nuestra Candeleda,

de hidalguía y tradición, no hay nadie forastero en casa,

y el que quiera comprobarlo, sin que le pidan la entrada,

haga un alto en tanta juerga y ande atento en la capea.

  El “Cresce” está picaíllo, anda en la vuelta con ganas

de meter la vaca en casa: ¡que se corran las muchachas!

Saca también limonada, fresca y cargadilla de mosto,

y el Marión que llega bebe junto con los otros,

¡Ay, qué bien lo pasamos!, decía un madrileño tonto.

  Las mujeres se amontonan en la Calleja del Horno,

los chiquillos se asoman por entre los maderos romos,

tan mal labrados que muerden como zapatos rotos.

Qué rozadura en la pierna tenía una Barrajona:

¡toma éste, como que aquí o te agarras o te saltan un ojo!

  En la taberna de los Cazurrillas andan las cervezas solas:

¡que no son las diez, "leches"!, decía una zagalona,

mientras engulle un chorizo y bebe de una litrona:

¡así como vamos a correr, si no paramos de beber!,

¡como lleguen las vacas que ostia nos van a meter!

  A la entrada de la Plaza están los más valientes,

dan saltitos y alargan el gaznate entre la gente;

en la ventana del Perchel se arraciman unos cuantos,

y por la puerta del Ayuntamiento se meten a saco:

¡Qué miedo tienen!, decía don Crisanto.

  Son ya las diez, decía un "Curilla", y las vacas sin venir.

Haber, bolo, así dan más coba a los bartolos.

"Los toreros y toreras cuando van a torear",

llegan de la Plaza cantando una tanda de mujeres,

"se quedan descoloridos como la nieve en la mar".

  Ay coño que alboroto, ¡ahora sí que están aquí los toros!

Qué tropel, qué algarabía, qué carrera el "Gallo" pegó,

que de tanto que corría ni vaca ni toro vio.

No se enteró "Lamparilla" por donde la vaca llegó,

pero qué porrazo le metió, la madre que la parió.

  ¡Que no vienen los toros, badajo, que son las vacas primero!,

eso dijo "Zancajito", que la vaca no vido venir,

qué voltereta le dio, del leñazo que pegó

en el suelo tumbado quedó,

y de tan mal que lo pasó hasta la color le mudó.

  Sale un torero con capa y entretiene aquí a la vaca,

¡que no se meta en la Plaza!, decía un escurridizo "Masca";

se suben a los maderos o se tiran por el suelo,

las vacas con la carrera, pasan por alto al que queda,

algún valiente quedó corrido en esta faena.

  Carreras de aquí para allá, carreras de allá para acá,

empujones y pisotones, moretones y magulladuras,

¡¡ay, ay, ay, ay, aaaaaay, que le pilla que le pilla!!

¡Qué coño le va a pillar!, dijo un viejo con garrota,

¡si está más allá de Chilla!

  En el callejón de "Julito" se ha metido una vaca,

a troche y moche derrota pillando a todos, rediela,

a la Chus "Limpiabotas" la dio bien con el asta:

¡la madre que parió a la vaca y a toda su parentela,

qué mal rato que he pasao!, decía toda descompuesta.

  Tieso estaba "Calahorra", tieso y todo se dio buena torta,

que si no vido a la vaca, la vaca le vido a él,

¡que mala suerte, coño que mala pata!,

¡ahora que estaba torero y me ha pillado sin capa!,

decía después del susto y de tentarse la espalda.

  Carmen la "Vinagra" salió corriendo y chillando:

la vaca la vio venir y la esperó muy despacio,

por donde la metió el cuerno no se puede decir,

pero la cara que puso no era de momentos gratos;

grave no debió de ser, que siguió corriendo y chillando.

  La "Garvana" y la "Hojalata" llegan corriendo de la Plaza,

¡Olé las toreras bravas!,

con media manta por capote torean al alimón a la vaca,

que pases, que griterío, mas la vaca a contrapié las pilló:

que carrera las pegó. Alguien dijo que nada pasó.

  Entre carrera y carrera, va pasando la mañana,

por eso eres la dueña, por eso eres la primera,

que nadie te lo disputa, de la cultura y jarana,

pues a gala tienes ser la calle con más “carreras”,

de la villa candeledana.

  De la Cañá para Cardenillo han soltado las vaquillas,

retumba el cohete, vuelve a sonar la gaitilla,

y por la carretera arriba van cantando las chiquillas:

¡el que quiera ver capea que vaya a la Calzaílla,

que allí estarán toreando un hatajo de novillas!

 

  En estas Fiestas del 2020 se cumplen 60 años de aquellas nuestras capeas de 1960. Pues queridos lectores: así eran, si así os parece. En las fotos que se muestran habrá alguna o alguno que se reconozcan. Tristemente muchos ya nos habrán dejado. Vaya para todos ellos mi recuerdo. Y en tan terrible momento que con el COVID-19 nos toca vivir, pediros que no decaiga el ánimo, pues Candeleda seguirá el tránsito por la vida con la alegría y la ilusión de siempre, y ninguna pandemia podrá impedirlo.

Nota: Los nombres y apodos reseñados se corresponden con candeledanas y candeledanos de aquellos dichosos años, citados por supuesto con el mayor respeto. D. Crisanto Pazos era un gran médico residente de Candeleda, que siempre estaba al quite en capeas y corridas. Bueno, también había en aquellos años otros excelentes médicos dispuestos a atender todos los trances de la vida, como D. Marcelino Peña, y otros de los que ya no me acuerdo. Que sus familiares me perdonen. A su lado claro, estaban los “practicantes” hoy llamados ATS o enfermeros, todos grandes profesionales, como D. Eugenio Corredor.

 

Retazos de la historia de Candeleda:

“Los toros” de 1960 (revista fiestas 2020)

  Y claro, si por la mañana era la capea, por la tarde eran lo novillos. ¡Y qué novillos!

 Un gran torero de aquellos años, Rafael Chinarro, “Güito”, hacia las delicias de sus paisanos candeledanos. Gran novillero, actúo en grandes plazas españolas, Las Ventas, Valencia, Getafe, etc. Las tardes de gloria en nuestro pueblo fueron apoteósicas, y la calle de la Calzaílla fue testigo de sus grandes salidas a hombros de sus paisanos, mientras en la plaza el ¡Ole tus cojones, Güito!, hacía enmudecer hasta el reloj del Ayuntamiento. Desde Rafael, Candeleda no ha vuelto a tener otro torero semejante. Por eso al terminar la corrida, las mozas candeledanas cantaban por las calles:

  Yo tengo un novio torero

que de mí se ha enamorado,

de mí gracia y mí salero

pero no se ha declarao.

  El día que se declare

le voy a dar calabazas,

porque mis padres no quieren

muchacho de tanta guasa.

   Pues queridas candeledanas y candeledanos del año 2020, así era eran aquellos dichosos años de los 1960. Y  no lo olvidéis: con virus y sin virus, Candeleda seguirá su alegre caminar por la vida, y ninguna epidemia lo impedirá.